Pequeña
Tengo a la pequeña acurrucada. Duerme y yo reviso lecturas subrayadas, busco alguna porque le da sentido a mi día, quiero regalarla en realidad, escribirla para que otro la lea y luego discuta y la encuentre cursi o insolente.
Entonces pienso en la liviandad, sorpresa y estupidez de una charla telefónica de hace días, que me advierte q estoy con una pata dentro de una cárcel y me acusa de robarle el alma a un basurero. Me dice q me voy a ir presa porque el producto de mi locura ha sido descubierto por la Inteligencia del Vertedero y ya estoy pillada, oleada, sacramentada, y el calabozo listo para recibirme porque merezco eso y mucho menos, porque he descuidado a mis hijos, los he dejado solos para irme del brazo de un caficho a gozar la noche; porque tengo demasiados compromisos ineludibles que me impiden llevarles el almuerzo todos los días al colegio; porque cuando bailan en el teatro me ausento y me largo fuera de Santiago, de Chile, del planeta saltando de constelación en constelación persiguiendo una risa grotesca que me encanta, porque soy tan vacía, tan pequeña, que me encanta esa risa y esa cara de bufón de circo pobre por la que abandoné mi casa; porque no puedo ver más allá de mi enorme nariz y creo que todo se reduce a mi y que la humanidad debería estar agradecida de tenerme en sus filas.
Y como no tengo nada que hacer, es tan probable que dedique mi vida a husmear en el basurero, no me basta con la porquería que vienen a dejar a mi propia puerta, porque como el mundo es taaan grande, nadie sabe ni se da cuenta de que se han reído de mi en mi caracho, por eso CLARO!! que merezco la cárcel y el calabozo y al menos un buen par de patadas en la raja bien puestas, a ver si se me pasa lo tarada y me pongo de una vez por todas a hacer bien las cosas.